Alvaro Fuster-Fabra es creativo. Pero no solo en la medida en la que todos podemos serlo. Además, se dedica a la comunicación visual y es cofundador del estudio de diseño donde trabaja. Su relación con la gastronomía viene de lejos y, seguramente por eso, tenía que acabar vinculado con el mundo de la comida. Es uno de los gastrónomos de la guia MACARFI y hoy responde a nuestro cuestionario
¿El mejor plato de tu infancia?
Tuve el privilegio de pasar toda mi infancia en Quito, y de ahí me quedo con el ceviche de camarones. En casa cocinaban cosas de aquí para no perder la tradición y recuerdo las tiras de pollo rebozadas con Pipirrana y la tortilla de pisos con bechamel.
¿Cómo empezó tu interés por la gastronomía?
Creo que empezó muy joven. En un país como Ecuador, donde todo era y es exótico, hay un sinfín de experiencias para todos los sentidos: sabores, aromas, frutas, especias, olores, colores, texturas, formas de cocinar... actualmente sigo probando y probando cosas nuevas vaya donde vaya.
¿Qué cualidades debe tener un restaurante para conseguir tu máxima puntuación?
Las necesarias para activarte los 5 sentidos y hacerte sentir un orgasmo sensorial.
¿Y un gastrónomo? ¿Qué cualidades se necesitan para llegar a serlo?
Apertura, interés, conocimiento, fantasía y ser amante de la buena mesa.
El fenómeno foodie. ¿Una moda pasajera o un cambio de hábitos en la sociedad?
Vivimos en un cambio constante y hay que adaptarse constantemente, el fenómeno foodie lo encuentro muy trendy.
¿Cómo ves la oferta gastronómica de Barcelona actualmente? ¿Qué te sobra y que te falta?
Barcelona está que se sale en la oferta gastronómica actual, cada vez más creativa. Me faltan más chiringuitos para comer bien con los pies en la arena.
¿El cliente siempre tiene la razón?
No me siento en una mesa con esas intenciones. Si no me gusta, no vuelvo.